Otra vez, una comisaría de la ciudad de Córdoba fue atacada a balazos. Ahora, el grave episodio ocurrió en el barrio Ciudad Evita, en la zona sudeste de la Capital provincial. Se trata de un territorio que hace años figura, en los informes oficiales, como un lugar tomado por el delito en sus diversas ramificaciones: narcomenudeo, armas de fuego en las manos equivocadas y una espiral de violencia e inseguridad que involucra a cada vez más jóvenes.

Según confirmaron fuentes policiales y vecinales ya que una vez mas no hubo ningún comunicado oficial tanto de la Policía como del Ministerio de Seguridad de la Provincia, este ataque que tuvo como blanco la subcomisaria 43, ubicada en la Manzana 52 del barrio, ocurrió al filo de la medianoche del viernes último.

A esa hora, un grupo de personas llegó hasta la parte trasera de la sede policial y comenzó a efectuar disparos de arma de fuego hacia el interior de la misma. Los proyectiles impactaron en el muro de la subcomisaría y también en un vehículo particular que pertenece a uno de los efectivos que estaba de guardia en ese momento.

La balacera obligó a los agentes a arrojarse al suelo, mientras llamaban para pedir colaboración. Minutos después, llegó un grupo de la Guardia de Infantería que se apostó en el perímetro de la subcomisaría para resguardarla.

Se bien no se informó de que hubiera heridos, sí se hallaron varias vainas servidas calibre nueve milímetros.

El avance de la violencia esta en su punto más alto, cuando policías tienen que llamar a otros policías, encerrados dentro de una comisaría, con miedo a quienes los están atacando desde afuera, estamos en problemas.

Los delincuentes se pararon al frente de la comisaría y comenzaron a disparar al blanco. Volaban las balas por encima de las cabezas de los policías. La Guardia de Infantería tuvo que ir y quedarse todo el día», contó un agente que trabaja en esa dependencia.

OTROS ATAQUES A COMISARIAS.

El ataque tiene un antecedente cercano en otra zona crítica de la ciudad de Córdoba, el pasado viernes 11 de agosto, alrededor de la 1.30, según consta en la investigación que lidera el fiscal Andrés Godoy, al menos dos atacantes en moto estacionaron frente a la base del Comando de Acción Preventiva del Distrito 7 (CAP 7), en la esquina de Melián y Arriola, barrio Quintas de San Jorge, y de manera casi automática abrieron fuego contra la fachada. En total, se escucharon cinco detonaciones que impactaron contra una puerta y las paredes de la sede policial.

Tras ello, los delincuentes aceleraron y se perdieron rápido de vista. No dejaron ningún mensaje escrito para que los investigadores lograran descifran las motivaciones detrás del atentado.

Meses atrás, a comienzos de 2023, otra comisaría de barrio Ampliación Cabildo también fue atacada por una de las bandas que hace tiempo tiene en jaque los vecinos honestos de la zona.

Si quienes tienen que cuidar a los vecinos no tienen garantías ni seguridad, que seguridad pueden brindar a los vecinos, córdoba se ha convertido en tierra de nadie y es hora de poner límites a la delincuencia, está claro que con ineptos y odiadores no se logra nada, es hora de hablar en serio si no estamos en un grave problema.  

LOS BARRIOS CIUDAD UNA MAL IDEA DE LOS POLITICOS.

Fuente: Cadena 3Juan Federico

En 2004, todo era propaganda alrededor de este barrio emplazado en el sudeste de la ciudad de Córdoba, a un costado de la zona en la que la avenida Sabattini se amalgama con la ruta nacional 9 norte. El entonces gobernador José Manuel de la Sota inauguraba el comienzo de una de sus políticas sociales más ambiciosas: 574 familias de tres villas miseria de esa zona de la ciudad comenzaban a vivir como siempre lo habían anhelado. Casas multicolores de material, asfalto, cordón cuneta, iluminación pública, una planta de cloaca, plazas, posta policial, dispensario, escuelas y hasta un centro comercial.

Se trató del primer barrio-ciudad inaugurado por la gestión peronista en Córdoba. Un sueño que, dicen hoy los propios vecinos, se transformó en una pesadilla.

Hace tiempo que la plaza principal quedó vacía. Los chicos ya no saben salir a jugar a la calle. Sí saben que cuando se oye un balazo, deben correr dentro de la casa y refugiarse en la pieza más alejada de la vereda. Saben, también, que la inseguridad no es una sensación.

Es un barrio de trabajadores. De sobrevivientes. Que hace tiempo quedaron rodeados por una minoría que les marca las reglas de vida.

«Los delincuentes se llevan todo: arrancaron cables, bombillas, canillas, caños, mesadas, portones, rejas y hasta realizaron boquetes para seguir saqueando. Todo se reduce y se vende a cambios de unos pocos pesos. La sombra de la droga explica mucho sobre esta proliferación delictiva. Todo, en las narices de la Policía. Cuesta entender lo que se observa: arrasado, en sentido literal», se croníco a principios de 2022, cuando alertábamos sobre esta paradoja cruel de la inseguridad en Ciudad Evita.

La pobreza también se ensanchó. Hoy, llegar a Ciudad Evita significa toparse con un anillo de miseria a sus alrededores. Las promesas del barrio quedaron estancadas en los sueños de aquel 2004. Pero el tiempo, implacable, no esperó. Los niños crecieron y formaron sus propias familias. Llegaron otros vecinos nuevos. Y más generaciones se amontonaron