Policía de Córdoba. “Mercadito”, un azul que quería ser ministro y que terminó en una celda
El perfil de Alejandro Mercado, un comisario que soñaba con llegar alto y que hoy, acusado de ayudar a una banda mixta, fue enviado a la cárcel. El Gobierno lo echó de la Policía de Córdoba.
A sus 55 años, soñaba y mucho con ser jefe de Policía de Córdoba de una vez por todas. Incluso ya les había dicho a varios de sus cercanos que algún día iba a ser ministro de Seguridad. Pero, primero lo primero, había que ser jefe de los y las de azul. Costase lo que costare.
Sabía que en la fuerza policial era resistido y generaba desconfianza. Muchos no lo querían. Ni en la plana mayor, de donde formaba parte, ni en los mandos intermedios, ni en los cuadros más bajos.
Pero Alejandro Mercado suplía la sagacidad y la perspicacia, atributos que debe tener cualquier jefe policial, con otra clase de inteligencia: aquella más cercana con la viveza. Era pícaro.
Había aprendido a rodearse de gente capaz para esclarecer delitos y coordinaba esos equipos de trabajo.
Esos logros le permitieron a “Mercadito” –como siempre lo llamaron– crecer en la Jefatura y hacerse fuerte, aunque en ese camino tuviera que llevarse por delante a rivales.
En paralelo, con una oratoria bien ensayada, había aprendido a codearse con figuras de peso en la Justicia. Sobre todo, fiscales. Sobre todo, en Tribunales II.
Aprendió también a codearse con el poder. Con ese poder. El que lo acercaba a charlar con funcionarios políticos con nombre. Mercado no paraba de sonreír al coleccionar números de peso en su celular.
Se creía con banca. Se sabía con banca. Era trabajador. En realidad, sabía hacer su clase de trabajo. Y aprendió a sobrevivir, esquivar las “balas internas” y crecer.
Cuenta su foja de servicio que pasó por varios destinos antes de recaer en Delitos Económicos, ya en Jefatura, en la década de 2000. Su jefe era un jefe en serio: Jorge Saires.
Mercado lo reemplazó y comenzó a crecer. En el camino, varios se tuvieron que correr.
De pronto, algo sucedió en Jefatura. Nunca quedó claro. Ese crecimiento tuvo un abrupto parate luego de un operativo contra una fábrica de dólares falsos. La banda fue condenada. Pero Mercado tuvo que vaciar su oficina.
Fue enviado a Villa Carlos Paz. Él se negó, sacó carpeta médica, evitó ser mandado a retiro y quedó en el “freezer” policial. Corría 2012.
Así estuvo un buen tiempo, hasta que alguien se acordó de él. En la Policía suceden cosas que muchas veces no tienen explicación. Sobre todo cuando se reciben llamados de arriba.
Mercado fue enviado a la Departamental de San Francisco. Allí trabajó hasta que en 2017 se produjo su revancha: la vuelta a la Capital.
Un asalto durante una cena de fin de año le significó su regreso. Fue el golpe comando que una banda cometió en una casa de barrio Cofico, donde cenaban políticos, funcionarios judiciales y hasta empresarios.
Esa misma noche, la Policía detuvo a unos sospechosos, entre los que había un policía.
Pero fue un jefe de Investigaciones, Calixto Luna, quien dijo que no estaba de acuerdo con esos sospechosos. Insistía en que la banda había sido otra. Años después, la Justicia le daría la razón: los acusados fueron absueltos.
Pero Calixto, al enfrentarse con figuras de peso del poder, se tuvo que ir a su casa.
En su lugar, llegó alguien de San Francisco.
Alejandro Mercado se convirtió en 2017 en jefe de Investigaciones Criminales, puesto en el cual crecería y mucho. Había llegado a la plana mayor.
Juan Carlos Massei estaba al frente del Ministerio de Gobierno. Diego Hak era secretario de Seguridad.
Con el paso de los años, y mientras los cuerpos investigativos que él dirigía esclarecían graves casos (asaltos, crímenes, estafas y hasta “gatillos fáciles”), “Mercadito” no dejó de crecer en poder y ambiciones.
Sabía manejarse con la prensa.
En los últimos años, creció en más poder. En ese marco, vio pasar a varios ministros de Seguridad y hasta a gobernadores. Puertas adentro, había comenzado a ufanarse de ser un jefe de Policía paralelo.
Sabía que tenía banca en despachos de peso en la Justicia y en la política.
A Mercado no le gustó nada que Liliana Zárate se convirtiera en jefa de Policía después del asesinato de Blas Correas, en 2020. Pero supo codearse con Alfonso Mosquera, ministro de Seguridad, a quien llamaba para contarle novedades.
Durante esos años, Mercado nunca le respondió a Zárate. Hizo la suya. En las fotos, se los veía juntos, pero no se toleraban. Los cruces a puertas cerradas eran fuertes.
Zárate y buena parte de su plana mayor no lo querían. Pero no lo podían sacar.
En 2023, Martín Llaryora llegó a gobernador y puso a Juan Pablo Quinteros en Seguridad. Zárate se tuvo que ir. La comisaria tenía varios candidatos para ofrecer. Mercado no estaba en su lista.
El comisario Leonardo Gutiérrez fue nombrado jefe de Policía. Mercado puso el grito en el cielo.
Cuentan en los pasillos oficiales que Mercado no estaba en los planes de nadie. Ni siquiera iba a ser subjefe. Se debía ir casa, supuestamente.
Según esas versiones, Mercado supo usar sus contactos. Aquellos obtenidos durante años.
Llamativamente, fue nombrado subjefe, pero le añadieron dos subjefes más al lado: Claudia Salgado (quien ahora se quiere ir) y Guillermo Marín.
Y, de pronto, pasó lo inesperado.
Mercado fue pasado a retiro obligatorio. Pero no fue por su trayectoria.
Fue luego de que un fiscal lo acusó, por ahora, de encubrir a una presunta banda integrada por policías, por civiles y hasta por un funcionario judicial que presuntamente estafaba con falsas denuncias de robos.
Mercado, el azul que quería ser ministro, está preso. Es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero su situación asoma compleja.
Va a la cárcel de Bouwer, donde está Gustavo Folli, otro ex alto jefe policial acusado por corrupción; va donde ya estuvo Julio Suárez, otro ex alto jefe condenado por amenazas; va donde ya estuvo Rafael Sosa, otro ex alto jefe condenado por ayudar a narcos. Anónimo.
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